El arte emula también a la piedra partida, a la arista vista en el reflejo de la mirada que detiene el paso para obligarte a contemplar la roca. Decodificas entonces las entrañas del magma para desnudar los enlaces de la lava y calibrar las penetraciones de las vetas. La belleza te alcanza a cada paso del camino para recordarte el equilibrio caótico de la creación.